domingo, 14 de diciembre de 2014

Acerca de la caminata de primavera

El lunes 8 de diciembre realizamos la caminata de primavera por el camino de los Montes del Tordillo. Tras un fin de semana con mucha lluvia, el camino se había vuelto intransitable. Una vez más el clima nos puso a prueba. El lunes había amanecido a pleno sol por eso, a pesar de las precauciones y de las voces que nos alertaban acerca de las dificultades para avanzar, emprendimos el viaje hacia nuestro destino. Habíamos quedado en encontrarnos en el Destacamento de Salomón alrededor de las 10 de la mañana. Hacia allí fuimos. Pero, a medida que avanzábamos, el barro nos hacía cada vez más difícil continuar el viaje. Por ello decidimos prestar atención a las señales de la naturaleza y nos quedamos allí, en el paraje Lomas de Salomón, en el cruce de la bifurcación hacia el vivero. Tomamos registros de audio, prestamos atención al paisaje sonoro, a las sensaciones que nos provocaban el viento, el sol, a los aromas, a los colores, las texturas, e incluso, tuvimos como compañera a una mariposa que se empecinaba en quedarse con nosotros, subida a un gajo de mburucuyá en flor. Con los oídos atentos y la mirada curiosa jugamos como chicos a hacer nuevos focos en el paisaje. Jugamos con visores de cartón que nos permitieron confirmar, una vez más, que todo depende del cristal con que se mire. Con el sol del mediodía bien arriba y felices por haber compartido esta experiencia vivencial del paisaje, emprendimos el regreso. ¿Qué nos dejó la caminata? Sin dudas, que cada paisaje tiene su impronta propia y que, por eso mismo, es bello y nos compromete. Si bien las Lomas de Salomón no era nuestro destino, aprendimos a verlo en su especificidad, no ya como un lugar de tránsito, un lugar por donde sólo estamos de paso, sino como un paisaje para quedarse y percibir su belleza. Como en la música, las notas de paso y los lugares de paso tienden puentes de un sitio o estado a otro. Pensar a las Lomas del Salomón no ya como un estado de transición sino como un destino, fue como una invitación a torcer el rumbo de lo previsto para detenernos a mirar con nuevos ojos lo que, hasta entonces, nos pasaba desapercibido. Menuda lección aprendimos. ¡Gracias a todos los amigos que nos acompañaron en esta travesía de pocos metros pero llena de experiencias y sensaciones! ¡Gracias al camino de Salomón! Hasta la próxima caminata.

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